miércoles, 7 de junio de 2023

La disolución del concepto de libido por parte de Jacques Lacan - Lecturas sobre el Seminario 11, "Los cuatro conceptos..."

 

La disolución del concepto de libido en Jacques Lacan: la laminilla 

por Sebastián Sica

 

Nunca parece ser demasiada la insistencia en remarcar el hecho de que Jacques Lacan, estableció un paradigma conceptual distinto del que elaboró Freud para el psicoanálisis.

Tal como lo afirma en el Seminario 11, el autor francés “se propuso una rectificación general de la teoría analítica, destacando la relación del sujeto con el significante, porque éste es primordial y constituyente.” (144, Paidós)

Esto quiere decir que, para decirlo de forma resumida, la axiomática lacaniana consiste en partir de una premisa: el psicoanálisis se encarga del sufrimiento proveniente de los efectos del significante en el ser-hablante.

De este modo, Lacan deja de lado los postulados freudianos acerca de un aparato psíquico movido por fuerzas o energías  denominadas pulsiones, de raigambre corporal y biológica.

No obstante esta diferencia radical, esencial, tanto en lo que hace a la teoría como a la práctica, a los analistas que nos articulamos a sus enseñanzas se nos plantea un gran obstáculo y es el hecho de que el analista francés sigue utilizando la terminología freudiana. El malentendido, por momentos, es brutal.

Lacan fue consciente de este problema, al punto que intentó cambiar , primero,  el nombre de pulsión por el de deriva y luego, el de inconsciente por el de l’unbevue, equívoco.

Este verdadero problema epistemológico, que ha conducido de facto a una amalgama entre paradigmas distintos, cobra algún sentido  si se tiene en cuenta el contexto de política del psicoanálisis que atravesó Jacques  Lacan, en el que fue excluido de la comunidad psicoanalítica freudiana  oficial, siendo calificada su enseñanza como nula para los analistas en formación. Por lo tanto, en la puja por el calificativo de “freudiano”, evidentemente  sus lectores podemos entender en retroacción, que  Lacan tuvo que hacer concesiones discursivas que a la larga han resultado muy costosas para la transmisión de su propio corpus conceptual.

El costo más importante es justamente esta amalgama conceptual a la que hacía referencia, por la cual en nuestros ámbitos se habla lacaniano, pero se piensa freudiano.

 

Uno de os ejemplos  de este gran malentendido, al que - como decía-, contribuyó el propio Lacan, es acerca de la noción de libido.

En el Seminario 11, el autor francés emprende una verdadera disolución de este concepto, intentando en este caso  sustituirlo por el de laminilla; sin embargo, como podría corroborarse, esto no alcanzó su objetivo.

 Aún seguimos sosteniendo la existencia de una fuerza, de una energía, un montante, una carga, que sería la encargada de catectizar o desinvestir los objetos. Si no es de forma explícita, de todas formas esta lógica de las catexias queda tácita en las formulaciones que circulan en textos, conferencias, escritos del psicoanálisis lacaniano.

 Daría la impresión que la noción de libido es uno de esos términos de la teoría, a los que le hemos dado un valor tan evidente en lo real, que ya resulta incuestionable, como si la libido fuera algo que existe del mismo modo que el cuerpo biológico, algo que se asentaría en él, a tal punto que ya ha pasado a  formar parte del vocabulario general de la medicina. Es decir que ya la medicina y el psicoanálisis lo utilizan de la misma manera, el apetito sexual, y muchos fármacos advierten como efectos secundarios, la posibilidad de variaciones de la libido.

Esto pone de relieve que el esfuerzo de Jacques Lacan por erradicar la idea de una energética biológica como materialidad última de los conceptos del psicoanálisis, fracasó.

En el caso particular del concepto de libido, si bien Lacan fue explícito en su crítica, al mismo tiempo incurrió en la maniobra de intentar argumentar con los textos del propio Freud, generando la confusión conceptual de los ahora lectores e indudablemente de su propio auditorio en aquel entonces. Quizás es momento de revelar que en realidad había un conejo dentro del sombrero puesto antes del truco, y que en definitiva Lacan tomó los textos freudianos para hacerles decir lo que él pretendía afirmar, es decir que no es que él haya encontrado el significante leyendo a Freud, sino que, con su teoría del significante en la mano, leyó al autor vienés para hacérselo decir.

¿En qué consistió la crítica lacaniana a la noción de libido? En que directamente la erradicó, sustituyéndola por el concepto de deseo.

En la página 159 del Seminario 11 (Paidós), lo dice así: “Pues lo que Freud quiere presentificar en la función de la libido no es en absoluto una relación arcaica, un modo de acceso primitivo de los pensamientos, un mundo que estaría ahí como la sombra subsistente de un viejo mundo a través del nuestro.  La libido es la presencia, efectiva, como tal, del deseo.”

La libido, dirá Lacan, es la presencia del deseo. Es decir: no es libido como energía, es deseo, sin sustancia.

Esta afirmación entonces es hecha por el autor francés en el marco de un rechazo a cualquier dimensión energética.

Por ejemplo, en el Seminario 7, ya había planteado ni más ni menos que la pulsión de muerte, como concepto, es sospechoso, y que en verdad tiene el mismo estatuto que el sistema del Papa Pío VI, un escrito de Sade, es decir, una sublimación creacionista respecto del más allá de la cadena significante. (págs. 253/257).

Posteriormente, en su ponencia del año 1973, Televisión, afirmó que la libido es un mito fluídico y que “es progresando en un tejido de equívocos, de metáforas, de metonimias, que Freud evoca un mito fluidico que intitula libido.” Y agrega: “La energía no es una sustancia que evejece, o se pone agria es una constante numérica.”

Pero en el Seminario 11 es donde va a plantear su propio mito para intentar hacer claudicar la idea de la libido como una carga energética: se trata del mito de la laminilla.

¿Cómo introduce esta idea? Al finalizar las dos sesiones que le dedicó al concepto de pulsión, Lacan adelanta que “El asunto es saber cómo este objeto de amor puede llegar a desempeñar un papel análogo al del objeto del deseo, sobre qué equívocos se juega la posibilidad de que el objeto de amor se convierta en el objeto del deseo. (193)” Es decir, va a intentar plantear la lógica subyacente a la superposición del objeto del deseo y el del amor.

Lo primero que afirma entonces en la sesión siguiente, es “Tengo el propósito de llevarlos del amor hasta la libido. EL puntal de esta elucidación, afirma Lacan,  es: la libido no es algo fluido, algo que se escapa, no se reparte no se acumula (…) la libido debe concebirse como un órgano en los dos sentidos, como parte del organismo y como instrumento.”

Aquí ya se puede observar una dificultad en la forma de transmitir la idea por parte de Lacan, porque la referencia al organismo no ayuda en absoluto, más bien tiende a confundir.

¿Qué quiere decir nuestro autor con esto que presenta como un mito?

El planteo se vincula a lo que viene desarrollando a lo largo de todo el seminario, es decir, la relación de lo real y del objeto a con los conceptos del psicoanálisis, que hasta el momento habían quedado muy ligados a lo simbólico y lo imaginario.

Lacan dice que podríamos figurarnos que, al momento de nacer, junto con la perdida de las membranas, surge algo que denomina hombreletta o laminilla. Esto viene a cuento de un dicho en francés que dice “para hacer un homelette, hay que romper huevos”, es decir, perder algo.

La laminilla, dice, representa esa parte que el viviente pierde al nacer al producirse por las vías del sexo. La placenta, el órgano que se desprende al nacer, sería la metáfora mítica de esto que fue llamado por Freud como libido, es decir, el instinto de vida.

Lacan subraya que se trata de un órgano, un falso órgano, irreal, pero un órgano al fin.

Es entonces un órgano en tanto y en cuanto, en la relación entre el sujeto y el Otro, es una pérdida del lado del sujeto, por eso el ejemplo metafórico de la placenta.

Así es que dirá: “Esta laminilla, este órgano cuya característica es no existir, es la libido. (…) Es la libido como puro institno de vida, como lo que se le sustrae al viviente por estar sometido a la reproducción sexuada.”

Y agrega algo fundamental: “De esto son los representantes, los equivalentes, todas las formas enumerables del objeto a. (…) El pecho o la placenta representan bien esa parte de sí mismo que el individuo pierde al nacer y que puede servir para simbolizar el más recóndito objeto perdido.” (205)

Para Lacan entonces lo que Freud designa como libido, él preferirá denominarlo como deseo. Pero no es una manera diferente de nombrar lo mismo, dado que mientras la libido en Freud es articulada al paradigma sustancial y energético, como algo que emana del cuerpo biológico y vuelve a él, en el caso de Lacan el deseo no tiene sustancia ya que es efecto del hecho de nacer en un mundo simbólico, no proviene de la biología sino del significante, y se articula con la falta estructural que constituye el objeto a.

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 22 de mayo de 2023

Seminario 11, "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis", sesión XIV "La pulsion parcial y su circuito"

 

 Puntuación: Milagros Dapino

En este capítulo, Lacan aborda la pulsión a partir del desarrollo del concepto de transferencia. Si la transferencia es la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente, entonces, es de importancia el concepto de pulsión definida como un montaje escénico a través del cual la sexualidad participa de la vida psíquica. Esta constituye un montaje simbólico dirigido al campo del Otro, mediante el cual se elabora el objeto a, se lo contornea. Montaje, campo del Otro y objeto (a) son claves en el concepto de pulsión.


Lo fundamental de cada pulsión -parcial-, es el vaivén con que se estructura. Es decir, parte de un borde erógeno en búsqueda del objeto a, e imposible de satisfacerse -más que como representación de una satisfacción-, retorna al lugar de donde partió. Sí el circuito pulsional se caracteriza por esta circularidad y vaivén, entonces, ¿Es posible la modificación de una posición subjetiva padeciente?, ¿Cómo se modifica algo de la posición del hablanteser a través de un análisis? 

Una posible respuesta, es la que apunta al deseo y su interpretación.
Según Lacan, el fantasma es el soporte del deseo, no el objeto. El fantasma ($a), provee la lógica que fundamenta la posición sexual, al establecer tanto el tipo o condición del partenaire como la relación que lo hace un objeto privilegiado; tanto como el objeto que se desea, como aquello que -supuestamente- vendría a colmar o complementar la falta estructural. Entonces, es el fantasma el que hace del deseo a secas, no una pura falta de objeto, sino un movimiento o una búsqueda fundamentalmente sexual.


En el recorrido de un análisis, se trata de unos movimientos que inauguran un cambio de posición subjetiva. Al comienzo, puede ubicarse la posición de “padeciente” aquejado por un sufrimiento excesivo e incomprendido. O bien, la producción de una posición de padeciente, cuando no la hay o esta es rechazada por quien consulta.
En un segundo momento, puede ubicarse como efecto del vínculo analítico
transferencial, el pasaje a la posición de analizante.
Dicho recorrido, sería desde ($D) a ($a) en las neurosis.


Es decir, antes de la entrada en análisis, la demanda del Otro es lo que está en la posición del objeto de deseo, a la vez que el $ (hablanteser) se localiza como portando la falla del Otro. En las neurosis, se quiere/demanda que se demande.
En un segundo momento, puede ubicarse el fading estructural del sujeto frente a cierto objeto; es decir, el fantasma como sostén del deseo, que es el deseo del Otro. Aquí es clave la función del deseo del analista.
“Por eso la cuestión del Otro que regresa al sujeto desde el lugar de donde espera un oráculo, bajo la etiqueta de un Che vuoi?, ¿qué quieres?, es la que conduce mejor al camino de su propio deseo, si se pone a reanudar, gracias al savoir-faire de un compañero llamado psicoanalista, aunque fuese sin saberlo bien, en el sentido de un: ¿Qué me quieres?”. (Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el
inconciente freudiano, Escritos 2, pág. 794)

martes, 29 de noviembre de 2022

Seminario 11, "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis", sesión "La sexualidad en los desfiladeros del significante"

 Puntuación: Milagros Dapino


¿De qué se trata “el deseo del analista”, y cuál es su importancia práctica y teórica?, ¿A qué hace referencia el concepto de “deseo”?
 

El deseo, se formula en dependencia de la demanda. Esta, sólo puede articularse por mediode significantes. En dicha articulación, queda un resto metonímico por debajo, que es el deseo: impasse, insatisfecho, imposible, no reconocido. Una condición absoluta e inasible.
 

Su función, es la del residuo último del efecto del significante en el sujeto. El sujeto de laenunciación, desea sexualmente. Esta es la fórmula de la realidad sexual del inconciente:las relaciones entre deseo, demanda (significante) y objeto a.
 

El peso de la realidad sexual, se inscribe en la transferencia. En tanto esta, es la puesta en acto de la realidad del inconciente, que es sexual. Si el deseo es deseo del Otro, es clave pensarlo en transferencia. En este caso, el deseo del analista.


En el esquema topológico de la nasa, hay un objeto (a) que debe ser un vacío, el de la pulsación y apertura del inconciente. Sin embargo, si se coloca algo en ese lugar de (a), se obtura la transferencia.

 

Es el deseo del analista, el que puede obturar este lugar: en ese agujero donde debería producirse la asociación libre, Breuer coloca su deseo de un hijo. Abraham, coloca su deseo de ser una madre completa. Ferenczi, el de ser un padre soltero. Number, el de una posición divina. El problema, es la falta de la falta. El analista debe sostener este lugar como un vacío. 

En estos ejemplos históricos, se lee cómo han deseado estos analistas y lo que han aportado a la transferencia. Ellos comandan la transferencia de dos formas: lo que pretenden hacer del analizante y lo que pretenden que el analizante haga de ellos

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Otra consecuencia de esta obturación en la transferencia por parte del deseo del analista, podría leerse en el acting out. Allí hay algo que no se pudo leer correctamente, que el analizante muestra en lo real, y que llama a la interpretación.

Seminario 11, "Los cuatro conceptos fundaentales del psicoanálisis", puntuación de la sesión "La sexualidad en los desfiladeros del significante"

 Puntuación: Marcela Ledesma


      Lacán retoma la fórmula que había presentado en el capítulo anterior: “La transferencia es la puesta en acto de la realidad inconsciente”.

     En el primer apartado va a repasar el concepto de inconsciente como los efectos que ejerce la palabra sobre el sujeto, para evitar, dice, cualquier aprehensión del inconsciente que tenga como mira una realidad que no sea la de la constitución del sujeto. Y así definido trabajarà para enlazarlo al concepto de transferencia, de la cual dice “estamos todos los que en esto estamos, en una relaciònn con la realidad del inconsciente que nuestra intervenciòn no solo saca a la luz, sino tambièn engendra, hasta cierto punto.   Afirma que:  “la realidad del inconsciente es, verdad insostenible, la realidad sexual”

      Para explicar el por qué va a retomar a Freud y lo que la ciencia moderna ha podido aportar como nuevos saberes. Con el  concepto de división sexual se asegura el mantenimiento del ser de una especie, especie que subsiste en la forma de sus individuos, quienes perecen pero a travès de  la relaciòn del sexo con la muerte asegurarìa la permanencia de esta última. Será  la copulaciòn en el marco de la divisiòn sexual la que asegura la reproducciòn, pero no sin ciertas reglas. Y allì, las reglas del intercambio que ocurren el en plano de la alianza, hacen entrar a la sexualidad en los desfiladeros del significante (estructura elemental del parentesco, aporte del estructuralismo)

      Por otra parte, Lacàn va a mencionar  los descubrimientos de la mitosis, en la que las células sexuales producen su reproducción en un doble proceso de reducción, de la que se desprende la pérdida de algunos elementos visibles, los cromosomas. De la genètica se desprende la funciòn dominante, que a travès de ciertas combinatorias  va a dar como resultado la traducciòn del genotipo en fenotipo, es decir se va a traducir en ciertos rasgos en el individuo a condiciòn de que otros sean expulsados como resto. Esto, dice Lacàn, remite por analogìa a la a minùscula, pero lo trae acà para situar la afinidad entre los enigmas de la sexualidad y el juego del significante

        Para finalizar el apartado Lacàn hará un paralelismo entre la ciencia primitiva basada en una forma de pensamiento que recurre a una combinatoria, a oposiciones, baila al ritmo de las reparticiones sexuales de la sociedad.

      Despuès hace una referencia a la Astrologìa china respecto de que se funda en el juego de significantes que repercuten a todo lo largo de la polìtica, la estructura social, la ètica, la regulaciòn del màs mìnima acto, sin dejar de ser, pese a todo una muy buena ciencia astronòmica.Es verdad, que hasta cierto momento, toda la realidad del cielo puede inscribirse tan solo en una vasta constelaciòn del significantes-

        Iniciara el apartado 2 preguntándose si el inconsciente es el remanente de esa fusión arcaica del pensamiento con la realidad sexual.

 

        Traerá a Jung y su concepto de arquetipo para diferenciarlo del concepto de libido de Freud para intentar responder a esa  pregunta “La libido, es la presencia efectiva, como tal del deseo, deseo que no es sustancia, que està presente en el proceso primario , y que rige hasta el modo en que hemos de abordarlo”

         Respecto del realismo del inconsciente presenta aquella sutileza del filósofo Ricoeur, en acceder al realismo del inconsciente, que no es ambigüedad en las conductas ni futuro saber que se sabe ya por no saberse, sino laguna, corte, ruptura, que se inscribe en cierta falla.

        “Yo sostengo, dice Lacán, que con él análisis, debe revelarse lo tocante a ese punto nodal por el cual la pulsación del inconsciente está vinculada con la realidad sexual. Este punto nodal se llama el deseo, y toda la elaboraciòn teòrica que he llevado a cabo estos ùltimos años busca mostrarles, siguiendo paso a paso la clìnica, còmo el deseo se sitúa en la dependencia de la demanda, demanda que por articularse con significantes, deja un resto metonìmico que se desliza bajo ella, un elemento que no es indeterminado, que es una condiciòn, a un tiempo absoluta e inasible (...) un elemento insatisfecho imposible, no reconocido, que se llama deseo. Esto constituye el punto de empalme con el campo definido por Freud como el de la instancia sexual en el plano del proceso primario”

“La funciòn del deseo es el residuo ùtimo del efecto del significante en el sujeto”

            Tanto en la alucinación como en el sueño Lacàn propone que no se trata de la respuesta a una necesidad, sino de la presencia del sujeto que desea y que desea sexualmente.”Hay que discernir la dimensiòn de significaciòn en toda alucinaciòn para poder captar de què se trata en lo que respecta al principio de placer”

            Así, “el peso de la realidad sexual se inscribe en la transferencia. Desconocida en su mayor parte y, hasta cierto punto, velada, se desliza bajo lo que ocurre en el discurso analìtico (...) que resulta ser el discurso de la demanda”

              Lacàn va a utilizar la figura del ocho interior como una topologìa del sujeto  para “inscribir la libido en el punto donde el lòbulo definido como campo del desarrollo del inconsciente recubre y oculta al otro lòbulo, el de la realidad sexual La libido pareciera ser entonces, lo que pertenece a ambos,  el punto de intersecciòn, pero eso es justamente lo que no es. Este sector en el que parece que los campos se recubren uno a otro es, un vacìo.

           Entonces, cuando Lacan dice “la realidad sexual.,es verdad insostenible, la realidad del inconsciente”… en realidad la libido, cómo presentificación del deseo que subyace al discurso de la demanda, es lo que cómo.interseccion o vacío … hace coincidir realidad sexual y realidad del inconsciente?

               “Esta imagen nos permite figurar el deseo como lugar del empalme del campo de la demanda, donde se presentifica los sìncopes del inconsciente con la realidad sexual. Todo esto depende de una línea de deseo, ligada a la demanda y con la cual se presentifica en la experiencia la incidencia sexual - ¿Cuál es este deseo? Es el deseo del analista.